Buscar en este blog

jueves, 22 de julio de 2010

Bernie

En diciembre de 1984, mientras España estaba mirando resultados de la Lotería de navidad, 4 chicos afroamericanos de no más de 19 años, entran en un vagón del metro de Nueva York y se distribuyen por él como me tiro yo en el sofá de mi casa a ver películas. En la estación de la calle 14 se sube un hombre con pinta de haber perdido muchos bocadillos en el patio del colegio, grandes gafas, incipiente calvicie, delgadito y con andar algo abatido, una postura que no abandona ni en las fotos. Se sienta en frente de uno de los chavales recostados y éste le pregunta que qué tal. El chico de las gafas contesta que bien y el primero, no contento con una respuesta que esperaba más sumisa empieza a preguntarle que si quiere enfrentamiento, mientras los otros chicos se acercan a ellos. En un momento dado el bravucón le pide 5 dólares y el hombre de las gafas saca una Smith&Wesson de 5 balas y dispara una a cada uno de los chicos produciéndoles heridas serias. Una vez vaciado el cargador se acerca a una chica que por pánico se habíua echado al suelo y le dice "no se preocupe, ya ha pasado todo" y sale del vagón del metro. Bernie Goetz, que así se llamaba el hombre, 9 días más tarde se entrega a la policía, se le enjucia y sale inocente argumentando defensa propia. Durante todo este tiempo, especialmente durante esos 9 días, se genera un mito alrededor de Goetz en el cual se le llega a confundir con un superHéroe bajo el nombre de "Subway Vigilante" (sic).


Se ha escrito mucho sobre este hombre, espcialmente en NY, claro, pero lo que me interesa resaltar de esta historia hoy es cómo se pusieron de perfil muchos políticos respecto al tema y cómo lo dejaron en manos de las autoridades judiciales y de los llamados grupos de acción civil. Fue ésta una de esas acciones en las que los políticos en cargo rezan cada mañana porque no les toque a ellos. No estoy hablando de lo que hemos podido pasar en España con el tema del terrorismo. En estos casos se plantea un frente común del que nadie, ni gobierno ni oposición, se baja. Al menos no cuando hay un atentado, aunque como pasó con el Ulster o como pasa aquí, las vías para acabar con el terrorismo polarizan posiciones que quedan enmudecidas tras nuevos disparos o rtas nuevos estallidos de bombas. 


Pero el caso de una persona, un hombre apocado, que representó una protección que la policía no garantizaba, realimentó un flujo que en los USA no para de hacer subir y bajar mareas; el derecho a llevar armas y la insatisfacción e impotencia ante no poder defenderte de alguien que se toma la justicia a broma porque no tiene nada que perder o porque siendo malo gana mucho en su entorno. Goetz tuvo muchos detractores en grupos sociales y religiosos en defensa de lso derechos civiles (alguno bien representado por Wolfe en "La Hoguera de las Vanidades" más dispuestos a recaudar fondos que a terminar una acción civil) y, por supuesto el apoyo incondicional la omniPresente Asociación Nacional del Rifle, al ser él el exponente del primer artículo de defensa de la asociación; el derecho a llevar armas para la protección personal.


Pero los políticos no se manifestaron, al menos muchos de ellos no y los que lo hicieron eran políticos con carrera por delante o ya retirados, pero no en la carrera en ese momento. Y no lo hicieron porque el caso de Goetz polarizó la sociedad. Fue un grito de "ya está bien" amplificado por el sonido de cinco disparos. Y cualquiera con dos dedos de frente vio que entrar a fondo en el tema era meterse en un berenjenal importante, porque si bien la seguridad en ese momento en NYC no era precisamente de premio, ni lo sería hasta la llegada de Giuliani, defender la autogestión de la seguridad les llevaría a enfangarse en el caos si llegaban a un cargo operativo. El Presidente lo pasó al Gobernador. El Gobernador al Alcalde y el Alcalde amortiguó el golpe derivándolo a la opinión pública. Goetz volvió a ser enjuiciado por otros cargos que no se habían observado en el primer juicio y pasó tiempo en la cárcel. La actuación de los medios lo convirtió al principio en un héroe y al final en un souvenir, especialmente cuando, como comento arriba, Giulani le dio la vuelta a la seguridad neoyorkina, pero Giuliani no tuvo nada que ver con Goetz.

2 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Es interesante este artículo de NRQ porque me lleva al eterno debate entre libertad y seguridad. Un debate en el que es casi imposible encontrar el equilibrio que contente a todos.
Hace unos meses estuve en Santiago de Chile y al pasear por una calle comercial y peatonal vi que había unas cámaras de seguridad grabando por toda la avenida. Pregunté si no había protestado la gente por la pérdida de intimidad que se sufre y me dijeron que en absoluto.
Todos los países utilizan estas cámaras en lugares públicos como edificios institucionales, Metro, museos…pero Gran Bretaña es el país con más cámaras de vigilancia del mundo. Cada ciudadano británico aparece 300 veces al día en una cámara de esas.

¿Hasta dónde estamos dispuestos a ceder nuestra libertad e intimidad para ganar seguridad?

El caso Goetz es muy representativo para este debate y no me extraña que los políticos se pusieran de perfil porque no es fácil abordarlo, no sólo porque te creas enemigos y detractores desde ambos lados del debate sino porque no es fácil para ninguno de nosotros saber hasta dónde cederíamos.

Una vez que un ciudadano comete un “delito” en defensa propia, debe someterse a los Tribunales que deben aplicar la ley.

No sé si sería aplicable a estos casos tan vidriosos pero en Estados Unidos (aunque supongo que en otros países también), aunque no hay ley superior a la Constitución americana (higher law)*, en repetidas ocasiones, los jueces del Supremo sí que han recurrido a las exigencias de la ética, de la justicia natural y de una ley superior al construir sus interpretaciones y sentencias.

Difícil debate “seguridad-libertad”.

(*La expresión higher law data de 1850 cuando William H. Seward pronunció la frase ”there is a higher law than the Constitution” para justificar su oposición a la ampliación de la esclavitud a territorios de los Estados Unidos.)

Tasmania dijo...

Vidrioso, cierto, complicado... de perfil, ar, todos de perfil.

Sin embargo, o entramos de verdad en el debate libertad-seguridad o continuaremos el camino de los débiles, de los acomplejados.

Usted misma, Ms Parsons, nos recuerda la "higher law" William H. Seward tuvo lo había que tener para decir que:

”there is a higher law than the Constitution”

y como a continuación usted bien nos explica, para justificar su oposición a la ampliación de la esclavitud a territorios de los Estados Unidos.

Por muy ilustrativo que sea, el ejemplo de Bernie no deja de ser una "anécdota" en este debate. Pero visto lo visto desde la fecha que nos aporta Nrq -1984- ya estamos en tiempo de descuento.