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domingo, 25 de julio de 2010

La ciudad informal

"Existe un modo intemporal de construir. Tiene miles de años de antigüedad y es hoy el mismo de siempre. las grandes construcciones tradicionales del pasado, las aldeas y tiendas de campaña, los templos en los que el hombre se siente cómodo, siempre han sido erigidos por personas muy próximas al espíritu de dicho modo. Como verás, este modo conducirá a cualquiera que lo busque, a edificios que en sí mismos son tan antiguos en su forma como los árboles y las colinas, como nuestros rostros"

El Modo Intemporal de Construir de Christopher Alexander

Si es posible una nueva actitud hacia la arquitectura y el urbanismo que se oriente a la creación de un marco físico vivo, variado y atractivo para el hombre, ésta debe potenciar el papel de los usuarios en la conformación de su entorno. La mirada que formula Alexander en el texto anterior es una sincera mirada sobre los procesos tradicionales de construcción de la ciudad, aquellos que dieron forma durante miles de años a los edificios y a las ciudades más bellas del mundo.

Hoy, alguna de las manifestaciones de la globalización la encontramos en la inmensa metrópoli auto construida en las grandes ciudades del tercer mundo. En los próximos 25 años se estima que casi 2.000 millones de personas nacerán o pasarán a vivir en las ciudades y esto va a tener lugar, en gran medida, en las inmensas metrópolis informales que se levantan en los países del tercer mundo.

Pero es en este hecho en donde pretendo fijar su atención. No deberíamos minusvalorar lo que la gente ha hecho por sí misma, porque no es sólo infravivienda. Además de chabolismo en el conjunto de las barriadas auto construidas podemos observar un esfuerzo real de construcción social. Muchos grupos han levantado en esos barrios estructuras útiles para sus formas de vida. En muchos casos los que viven en lo que los arquitectos y urbanistas denominan "ciudad informal" son asalariados que trabajan en la ciudad formal. Pero es la insuficiencia de sus salarios lo que los ha obligado a levantar poco a poco sus casas, adaptadas a las necesidades de espacio de una familia amplia en una economía de subsistencia.

Sería el mismo caso de las bellas ciudades antiguas. Construcciones realizadas a partir de auténticas necesidades humanas, bien diferentes, eso es cierto, entonces y ahora.

Por eso creo que sigue siendo útil algo que Turner afirmaba:

"..creo que el error habitual consiste en la valoración cuantitativa de la construcción de viviendas, en términos de apariencia objetiva, y que este es un punto de vista no realista; en su lugar, el valor de la vivienda, o más bien del medio ambiente habitable, consisten en su capacidad de respuesta a la situación vital de la persona dentro de la familia y dentro de la comunidad local. En otras palabras, la realidad de los lugares de alojamiento consiste en sus atributos tal y como son experimentados y percibidos y no en sus cualidades o formas materiales"

Justo. Hoy creo haberme explicado bien en eso que yo entiendo como verdaderos territorios inteligentes.

1 comentario:

Nrq dijo...

Muy interesante, porque no he podido, y perdóneme Tasmania por el ejercicio tan ruin en apariencia que voy a realizar, por menos que pensar en una cosa; son el chabolista y el arquitecto los únicos que tienen la última palabra sobre su propia construcción. Ya sé que es un comentario totalmente desproporcionado, pero no es irreal. Hemos sufrido las consecuencias de un boom inmobiliario en dónde el más zoquete también era constructor o contratista. Total, los materiales estaban ahí, los arquitectos también, mano de obra barata y terrenos... bueno, lo de los terrenos es para hablarlo aparte. Y, hala, a hacer casas como churros y a comprar porque "es un buen momento y esto no va a hacer más que subir". Esta frase en la que colisiona el miedo a aventurar con el sentido común, hizo que se siguiera construyendo hasta que el mercado se saturó. El mercado por la parte de la demanda, porque por el lado de la oferta, "los listos" en cualquier modelo, hicieron aguas, dejando a insignes e ilustres advenedizos en suspensión de pagos o posiciones peores (y mejores, claro, peo financieramente, no a nivel inmobiliario). Pero, y es lo que enlaza con el texto de hoy, los demás, la gran mayoría, hemos sido aceptantes de la voluntad constructora de estos. Casas mal acabadas, baños mal sellados, o contiguos a las cocinas. Casas en las que, para ir de la puerta al dormitorio te obliga a pasar por un salón, o n las que el dormitorio principal está al lado del hueco del ascensor... aceptas lo que te da el dinero para aceptar sin que, n el constructor ni el arquitecto hayan mostrado algo de preocupación por la habitabilidad o, en ocasiones, por la calidad.
Brasilia es el ejemplo del no. De lo que no debe ser hecho. Una ciudad contando con el criterio de un demiurgo que decide hacer y deshacer en base a una actividad teórica, sin dejar que la ciudadanía genere sus propios espacios. Cuando pienso en ciudades modernas siempre acabo pensando en Roma y como esas calles estrechas, angostas, en absoluto organizadas, daban, en el siglo XVII sorpresas tan dispares como Santa Maria de la Pace o un ladrón dispuesto a robarte la bolsa de monedas. Urbanismo para bandidos y prófugos que hoy en día evitan los coches grandes, lo que las hacen calles para los habitantes y visitantes de esta enorme ciudad.